El servicio, inaugurado en febrero de 2011, costaba 36.000 euros a las arcas municipales y apenas transportaba a diez personas al día
El Mungibusa hizo en febrero su último recorrido. Un año y un mes después de que se pusiera en marcha, el servicio de autobús urbano de Mungia terminó su aventura al no cumplir las expectativas generadas en cuanto al número de viajeros. «Al día lo utilizaban de media sólo unas diez personas», admitió ayer el concejal de Urbanismo de la localidad, Igor Torrontegi.
Las cifras, por tanto, no cuadraban. Y es que el coste del servicio, contratado por un año a la empresa Excursiones Urbano S.L., ascendía a 68.401 euros, de los cuales 36.000 salían de las arcas municipales. El resto del gasto lo asumía la compañía adjudicataria, confiando en que buena parte del mismo fuera sufragado con la compra de billetes y bonos de viaje. Esas estimaciones de ingresos, que ascendían a unos 29.000 euros, no se llegaron a materializar. Ante esta situación, la oferta de renovación del contrato se encareció, siendo rechazada por el Ayuntamiento al «no ser sostenible económicamente».
El primer viaje del Mungibusa tuvo lugar el 1 de febrero de 2011. Tras un trabajo de estudio en el que se tomaron en especial consideración aquellos barrios por los que no circulaba el Bizkaibus y donde carecían de transporte público, ese día arrancó el proyecto. Lo hizo con cinco rutas, que en octubre se redujeron a tres «con el objetivo de optimizar el servicio», añadiéndose un recorrido por el casco urbano.
Las líneas que se mantuvieron fueron las de los barrios de Atxuri, Markaida y Laukariz. Esta última cobraba especial importancia por llegar al colegio justo en horario escolar y, más aún, después de que el Departamento de Educación del Gobierno vasco hubiera decidido retirar el autobús de 56 plazas existente hasta el pasado curso.
60 céntimos por viaje
El precio por viaje era de 60 céntimos, mientras que el bono mensual ascendía a 10 euros. Por su parte, el trayecto por el casco urbano costaba 20 céntimos. Tampoco esas tarifas animaron a los usuarios, que se contabilizaban con cuentagotas. Sin pasajeros, el Mungibusa estaba condenado a su desaparición.
«Pese a la escasa utilización, queda la experiencia adquirida en la implantación de un servicio de transporte urbano de este tipo que, quizás en un futuro y bajo otros condicionantes, podrá volver a ser retomado», valoraron desde el Ayuntamiento, que seguirá trabajando para mejorar la comunicación entre los diferentes barrios.
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